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Francisco Pinazo Peñalver

“Conocer, amar y servir a Dios, es el mayor de los tesoros y el único fin para que fue creado el hombre” (Beato Pinazo)

BARTOLOMÉ PINAZO PEÑALVER, nació en el barrio de arriba de la aldea del Chopo, en el término municipal de Alpuente (Valencia) el 24 de agosto de 1802, entre las siete y las ocho de la mañana, hijo de Vicente y Esperanza, nieto de Joset Pinazo y Vicenta Pinazo y de Joset Peñalver y Blasa Amblar. Bautizado el mismo día en la iglesia arciprestal de Nuestra Señora de la Piedad de Alpuente.

Convento de Chelva

Asistió a la escuela de Alpuente a 3Km del Chopo, hasta que aprendió a leer y escribir. Con muy corta edad (sobre los ocho años) fue retirado de la escuela para ayudar a su padre en el pastoreo.

Benaguacil

Las montañas le proporcionaban la soledad y el aislamiento que le acercaban a la contemplación de la naturaleza y su amor a Dios. Devoto de San José y de la Virgen María, siempre iba con el catecismo, Dolores y Gozos de San José, y los Ejercicios piadosos en obsequio del Sagrado Corazón de Jesús y de su madre. (Según D. Nicomedes Cortés en el siglo XX aún conservaba la familia), en su zurrón.

Busto Beato Bartolomé Pinazo

En 1814 su padre tuvo que vender el ganado y salir a la siega a Aragón (Bujaraloz, Zaragoza) donde murió.

Por razones familiares se trasladaron al Campo de Abajo, a 3km de Alpuente, al sur, donde su madre se casó con Domingo Cebellán, teniendo  cuatro hijos más.

Hogar en Campo de Abajo
Alpuente

En 1824, Bartolomé, pidió relaciones a Blasa, quien lo rechazó, y decidió abandonar el mundo e ingresó en el Convento de Padres Franciscanos de Chelva, próximo a Alpuente. 

Ingresó en 1825  como donado y pretendiente llamándose “Hermano Bartolomé”. Los monjes del convento pertenecían al arzobispado de Segorbe, y recorrían los lugares próximos para  pedir limosna asiduamente, por eso eran  muy conocidos en las hoyas de Alpuente.

El Chopo
Ermita en el Chopo

En 1830 ingresó en el Convento de San Francisco de Valencia para llevar a cabo el noviciado, y en 1832 fue enviado al Monasterio de Santa Clara en Gandía, para ejercer el cargo de sacristán, donde le sorprendió la exclaustración de 1835. Sin hábito, decide quedarse para atender a las monjas, pidiendo limosna en los pueblos de alrededor y anotando todo lo que sucedía.

Pila bautismal

A tres km de Gandía, vivía la familia Carmelo Bolta que tenían un hijo en Tierra Santa y le informaban de lo que allí ocurría. Fascinado por sus historias, y la complicada situación en España,  solicitó irse a Tierra Santa para poder llevar el hábito. En 1843, el 8 de septiembre embarca en Valencia hacia Beirut.

Fue destinado a Damasco, donde ejerció de cocinero y sastre en el convento del Santo Sepulcro. El 5 de abril de 1853 fue trasladado a Nicosia (Chipre) donde fue cocinero, sastre y sacristán. En 1852 llegó a Nazaret. El año 1853 salió para Jafa, pasando de allí a San Juan de la Montaña (Ain Karen).

Hacia 1856 volvió a Jerusalén y en 1858 lo enviaron de nuevo a Damasco donde ejerció como sacristán.

A partir de mayo de 1860 empezaron las persecuciones a los cristianos  por los turcos. 

El 9 de julio, a medianoche, irrumpieron  los turcos en el recinto del convento donde se encontraban seis sacerdotes; dos legos y unos noventa fieles refugiados, saqueando y asesinando sin piedad. Encontraron a Francisco y Juan en el campanario y les pidieron que renunciaran a la fe cristiana. Ellos se arrodillaron y santiguaron, les golpean con mazas y, aún vivos, los lanzaron a la calle desde lo alto, ellos murieron mientras perdonaban  a sus verdugos.

En memoria de Beato Pinazo

Tras fallecer, vivían tres hermanos maternos, Domingo, Antonio y Antonia Cebellán y Peñalver, y uno paterno José Pinazo y Peñalver.

El 10 de octubre de 1926 fueron beatificados los ocho mártires de Damasco en la fiesta del VII Centenario de la muerte de San Francisco de Asís por su santidad Pío XI..

El 23 de mayo de 2024 el Papa Francisco ha aprobado la canonización de los Mártires de Damasco”, con el Decreto de la Causa de los Santos, relativo a la canonización de los Beatos y compañeros de los Frailes Menores, entre ellos, FRANCISCO PINAZO.

Escritos del Beato Pinazo:                                  

Alpuente después de su muerte.

El 15 de mayo de 1926 se realizó un pleno extraordinario en el ayuntamiento de Alpuente para inmortalizar al beato. Se  aprobaron los siguientes puntos.

En 1931 se construye y equipa la ermita en el Chopo con donaciones vecinales y la aportación muy generosa de Joaquina Castellote y Pinazo. Durante la guerra del 36 fue saqueada. 

En 1969 la parroquia de Benaguacil iba de campamento a Teruel y D. José de Paz les comunicó que no podían acampar allí. Enrique García, carnicero que conocía a pastores de Alpuente, les acompañó para mirar en la zona un lugar para ubicar el  campamento.

Eligieron el Chopo. La parroquia adquirió varias propiedades urbanas a vecinos y al ayuntamiento, asesorados por el señor Vicente (alguacil del ayuntamiento), entre ellas el horno y la barbería; donde ubicaron la  cocina, que utilizan para sus actividades y cuidan la ermita desacralizada, que está dedicada al Beato Pinazo y a Nuestra Señora de Montiel. En su interior se observa el retablo de cerámica de Manises de Jimeno, diseñado por Vicente Rodríguez. Detrás existe obrada una botella con periódicos de la época.

Un hecho relevante que ocurrió a una de las cocineras del campamento cuando se quemó toda una mano con aceite hirviendo, fue que se negó a ser curada por la enfermera Montiel  si no le ponía  la estampa del Beato encima; sorprendentemente se curó sin dejar cicatriz.

El 8 de julio se honra al Beato en Benaguacil con procesión claustral.

En el Chopo se trasladaba al Beato en romería hasta la ermita, se celebraba la eucaristía y se hacía una comida de hermandad. Actualmente la eucaristía se celebra en Alpuente.

En la parroquia de Alpuente se repuso su imagen y placa conmemorativa de su bautizo.

Con la noticia de su canonización, hay comentarios e ideas para poder realizar próximamente, pero lo más urgente, es la ermita y su entorno.

Agradecimientos:

Bibliografía.

Emiliana Sánchez Hernández.

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